Descubre la obra contemporánea de Inés Gran
Graduada en Artes Plásticas y Diseño “Escuela de Artes Aplicadas de Zaragoza” en el año 1989.
Tiene varios máster en diseño gráfico, profesión en la que ejerce desde hace 25 años y ha trabajado 6 años como fotógrafa. Su especilidad son los carteles de imágenes institucionales.
Ha participado en exposiciones colectivas de diseño gráfico y de artes plásticas. Combina su carrera de diseño gráfico con la ac tividad como artista plástica. Fue seleccionada como ganadora con la imagen visual para el Festival ECOZINE 2010.
Su objetivo profesional es generar conciencia sobre la destrucción ecológica a traves de la combinación de distintas disciplinas artisticas; la fotografía, la pintura y montajes expositivos.
El expresionismo abstracto deja fluir el inconsciente con pinceladas gestuales (pinceladas que actúan como correa de transmisión entre los sentimientos del artista y el soporte pictórico), arrojando o dejando deslizar la pintura sobre la tela, creando zonas de color, que transmiteny generan experiencias emocionales, momentos “místicos”. Doy rienda suelta a mi energía interior para que la obra brote como una corriente de aire, no modulada por el pensamiento, sino a merced de fuerzas naturales. Los únicos elementos de mi trabajo abstracto consisten en el uso de texturas y colores. La atracción por el tacto se inspira en la naturaleza, su belleza, las emociones y sus evocaciones.
Nada más inspirador que la inmensidad del cielo, el agua y las texturas de la naturaleza. De este modo trato de representar la vida primordial que nos envuelve por doquier, usando colores vibrantes y pinceladas impulsivas, que destapan la belleza de la imperfección y la imperfección de la belleza. No es un viaje a un lugar mágico, sino el rostro mágico de nuestros lugares.
Mi trabajo es un blog visual del mundo que nos rodea. No estoy interesada en replicar la naturaleza en sus detalles, sino solo los mensajes que de la naturaleza he sido capáz de interpretar. Me atrae su extensión, su color y su tacto. Todas esas manifestaciones que nos hacen sentirnos hijos suyos, sus hijos pequeños. Mi pintura serpentea entre la abstracción y la concreción. Toma de esta los motivos (piedra, agua, luz y vida), de aquella la paleta, el gesto y la pincelada. Este contraste entre la forma y la esencia involucra al espectador como intérprete necesario.
Pero he de confesar que cuando pinto no trato de complacer al espectador. Suelo olvidar que, al final, habrá un espectador en el que el arte debe cumplir su misión: reinventarse. Por el contrario, mis emociones circulan como pequeños torbellinos dentro de mi estudio. Del impulso de mi mano a los pinceles, de los pinceles al lienzo, del lienzo a la imagen y de la imagen a un nuevo impulso. Así hasta un momento imprevisto en que la última imagen no despierta un nuevo impulso sino una sensación de bienestar, de plena identificación con la obra, de haber entendido la naturaleza. La he terminado, pienso entonces. No hay reglas, no hay planificación. La obra empieza a pintarse cuando ella me llama a los pinceles, y acaba cuando me dice: Esto es lo que quería ser.
Con mi proyecto “Huella” quiero ofrecer un espacio sin coordenadas donde el público pueda sentir y tocar mis pinturas. Mi ensimismamiento creativo sólo se redimirá si se reinventa en el espectador permiténdole soñar, escapar, maravillarse, respirar, detenerse y sentir.
Trabajo la pintura en grandes formatos y trato de romper con el concepto tradicional de pintura enmarcada. Las obras son abstractas pero las alusiones a la naturaleza son tan concretas como inevitables. Con capas de pintura superpuestas la obra se aproxima al espectador, se hace más tangible y lo atrae a un mundo colorido y dinámico que se cierne entre lo sutil y lo representativo.
El conjunto pictórico de la exposición conforma un paisaje cambiante, de forma que cada obra contribuye a la conexión con el espectador tanto por su expresión individual como, sobre todo, como elemento del discurso global del conjunto.
